miércoles, 21 de octubre de 2009

gente que sabe

GERNOT MINKE, ESPECIALISTA EN CONSTRUCCIONES ECOLÓGICAS
La tierra es oro
El profesor Minke es el referente mundial más importante en el área de edificación con materiales naturales, desde barro hasta bambú. Estuvo en San Juan, dictó una charla y se enamoró de la cordillera iglesiana, donde ahora quiere instalar un centro de investigaciones.

La voz de los álamos. Es impresionante cuando cantan su melodía de hojas y brisa. Así recibe la estancia Guañizuil a los visitantes, además del arroyo que cruza el camino y de los picos azules nevados y de los caballos pastando y del olor a pan en el horno y de las nubes al alcance de la mano: antes de entrar, como si se tratase de un santuario, uno se sacude instintivamente la ciudad que lleva pegada en la piel y en la ropa, para recién entonces entregarse a este banquete de naturaleza.Se extiende desde Pismanta hasta Chile en nada menos que 265.000 hectáreas, tres veces justas la superficie de, por ejemplo, la ciudad de Berlín, donde viven apiñadas 3,4 millones de personas. No resulta extraño entonces que para un alemán este campo sanjuanino, ubicado en el extremo sur del departamento de Iglesia, sea lo más cercano al Paraíso. Es por lo menos lo que sintió el profesor Gernot Minke cuando llegó allí esta semana, donde dio una charla para arquitectos sobre construcción en tierra. Minke es, hoy por hoy, la máxima autoridad mundial en esta especialidad, y desde hace treinta años recorre el mundo investigando y construyendo sus casas de adobe, caña, pasto o cuanto material natural ande por allí. Se interesó por Guañizuil luego de que llegaran a sus manos fotografías de unas curiosas construcciones que Alberto Grau, uno de los propietarios de la estancia, está realizando allí. Se trata de los "trulis", verdaderos huevos gigantes de adobe que, en su conjunto, semejan un panal. "Truli se les llama en Italia -explica Grau-, pero básicamente se trata de estructuras de adobe que se conectan entre sí por medio de pasillos". Los adobes con los que están hechos han sido cortados por gente de la zona, con tierra, paja, agua y estiércol fermentado también del lugar. La forma de paraboloide invertido en realidad responde a una catenaria, que es la curva que surge naturalmente cuando se sostiene, por ejemplo, una cadena de cada uno de sus extremos sin extenderla. Este mismo sistema fue utilizado por el genial arquitecto catalán Antoni Gaudí en muchas de sus obras, una manera de trasladar a la arquitectura las formas de las cuales la Naturaleza se valió a lo largo de millones de años.A jugar con tierraMinke es un alemán en todo el sentido de la palabra. Incluso en su forma de pararse, o de hablar el castellano. O en la seriedad que pone en cada detalle de su ciencia. A su conferencia, dictada en el Hotel Termas de Pismanta el martes pasado, asistió una treintena de arquitectos. "Desde siempre el hombre construyó con barro, con la tierra, el agua y otros materiales propios de la naturaleza donde habita. Hay numerosos ejemplos en todo el mundo de construcciones en barro que han sobrevivido a los siglos y todavía están en pie", comenzó diciendo Minke, a la vez que mostraba imágenes de las construcciones más antiguas y asombrosas, todas hechas en adobe: los milenarios almacenes del templo de Ramsés II, en Egipto; la impresionante Gran Mezquita de Mopti, en Mali; el bazar de Sedjan, en Irán; edificios alemanes del siglo XVIII; fincas de tapiales en Brasil; iglesias en EEUU; los rascacielos de barro de la ciudad de Shibam, en Yemen.El problema es que en San Juan Minke se metió en la boca del lobo, si se tiene en cuenta que por aquí "adobe" es casi una mala palabra por la situación sísmica. Por eso puso mucho énfasis en destacar que, según su experiencia, "el problema no es el adobe, sino cómo se calculan y realizan las estructuras, la forma de las aberturas, las dimensiones de los muros, los techos", para luego agregar que, "lamentablemente, el arte de la construcción con barro se ha ido perdiendo". Y debido a esta pérdida de conocimientos ancestrales es que se ha propuesto en su laboratorio redescubrir los secretos de este oficio, ayudado por todas las herramientas que le ofrece la tecnología moderna. De esta manera, pone a prueba diferentes composiciones de barros sometiéndolas a esfuerzos controlados de tracción, abrasión, compresión y hasta erosión por viento y agua, por ejemplo, dando como resultado valiosas tablas y coeficientes sobre el comportamiento de cada alternativa. Su base de operaciones está en la Universidad de Kassel, donde es catedrático y dirige el Instituto de Construcciones Experimentales, con el cual desde 1974 ha llevado a cabo más de 30 proyectos de investigación y desarrollo en el campo de las construcciones ecológicas, viviendas de bajo costo y, especialmente, de la edificación con tierra. Tiene obras particulares y públicas en Europa, América Central y del Sur y en India, y ha dado cursos y conferencias en universidades de los cinco continentes. También ha escrito varios libros donde expone sus conclusiones, entre los que se destaca su interesantísimo "Manual de construcción en tierra", del cual varios ejemplares quedaron en San Juan como verdaderas semillas de esta tendencia.El hornero alemánMinke tiene una respuesta para cada cuestionamiento, recurriendo la mayoría de las veces a ejemplos prácticos de culturas ancestrales: muestra cómo cierta tribu africana hace muros con bolas de barro que luego se alisan con un revoque especial que no se erosiona con el agua, o explica que es mejor hacer adobes huecos porque de esa manera son más livianos, más fáciles de manipular por el obrero y mejores aislantes térmicos. Justamente con este tipo de materiales ha construido su propia casa en Alemania. Desde afuera tiene la apariencia de un pequeño monte con una puerta en uno de sus lados. Pero en realidad se trata de un grupo de cinco espaciosas cúpulas de adobe interconectadas, que han sido cubiertas de tierra y pasto. En su extremo superior tienen una abertura, por donde ingresa la luz del sol en forma de apacible rayo cenital. La casa de los Teletubbies, podría decirse, o las de los hobbits de "El señor de los anillos". Es más; por momentos uno se siente un niño en el jardín de infantes al escucharlo hablar del agua y la tierra: "¿Qué es barro? -se pregunta-. Es una mezcla de arcilla, limo, arena y tierra. Y estiércol fermentado de vaca. La arcilla es el aglutinante, como en el concreto es el cemento. Al agregar agua las partículas (iones) de estos ingredientes tienen un comportamiento eléctrico de cohesión que aumenta con el correcto amasado y el mezclado, que es el secreto de la resistencia en el barro". En este punto alguien podría decir que Minke no inventó nada; basta ver a los pocos cortadores de adobe que quedan en el campo sanjuanino y apreciar el cuidado que ponen en el amasado casi obsesivo del barro. Pero Minke le agrega a esto ciencia, y optimiza los resultados.Incluso hace un glosario de las diferentes técnicas que hay además del adobe, como el tapial, por ejemplo, para lo cual ha desarrollado un método de apisonado que permite hacer con dos personas un metro cúbico de pared en una hora, mientras que con la técnica tradicional se requieren hasta 40 horas. "Es una gran cosa el barro -dice-, porque no requiere de maquinaria, ni capital, ni energía; sólo mano de obra. Además su producción necesita sólo el 1 por ciento de energía de la requerida en la fabricación de ladrillos cocidos o de hormigón, y encima no poluciona el ambiente".Pero lo verdaderamente curioso son los chorizos gigantes de barro que componen las paredes de su casa, un sistema que perfeccionó con sus alumnos de la universidad. Se trata de una especie de manguera de algodón que se usa en medicina, pero que en este caso ellos rellenan con barro. Luego simplemente montan unos sobre otros, y los alisan con agua y esponja Lejana tierra mía"Ahora en Alemania mucha gente pide revoques de barro, por estética y por cuestiones ecológicas. Muchas de estas casas además son alimentadas con paneles fotovoltaicos", explica Minke. En realidad es una tendencia (¿moda?) que se extiende por toda Europa, y que tiene que ver con un regreso a la naturaleza y las urbanizaciones ecológicas. Pero ojo, que no todo es tan bucólico: las cúpulas de adobe tienen un anilllo de concreto en la base que estabiliza la estructura en caso de temblores, y están protegidas de la humedad con una "ayudita" de ciertos materiales sintéticos. En este punto Minke encuentra límites típicos del Tercer Mundo, porque reconoce que aquí muchos de estos elementos no existen o son demasiado caros. "Por eso cuando llego a un país que no conozco lo primero que hago es buscar materiales de bajo costo, naturales del lugar", dice. Así es que, por ejemplo, en Guatemala ha construido estructuras livianas pero muy resistentes con cañas de bambú, o hasta muros con fardos de pasto. Tampoco podría realizar aquí sus pintorescos techos cubiertos de césped, debido a que, mientras que en Alemania este vegetal se mantiene solo, en San Juan habría que pensar en regarlo, con el consiguiente problema de filtraciones y deterioro de la cubierta. Este es precisamente el próximo desafío de Gernot Minke: instalar un centro de investigaciones en Guañizuil para pulir técnicas de construcción en tierra adaptadas a las características de San Juan, para lo cual ya cuenta con una legión de seguidores dispuestos a derribar el halo de dramatismo que rodea a nuestros adobes.

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